Los problemas de la contaminación atmosférica y el calentamiento global están vinculados a cambios en la composición química de la atmósfera y dependen no solo de las emisiones de gases y partículas, sino también de su destino en la atmósfera. Para combatir eficazmente las diversas formas de contaminación, es esencial comprender los mecanismos físico-químicos implicados y realizar mediciones precisas de las concentraciones de los diversos componentes del aire (gases y partículas). Estos datos se alimentan de modelos predictivos de calidad del aire y composición química de la atmósfera. El destino atmosférico de los contaminantes gaseosos emitidos directamente o generados a la atmósfera depende en gran medida de los niveles de radicales hidroxilo (OH) por día y radicales de nitratos (NO3) por la noche. Estos radicales son altamente reactivos y son responsables de iniciar los procesos de degradación de contaminantes primarios y secundarios, lo que conduce a la formación de contaminantes de alto impacto para la salud como el ozono (O3), aldehídos, aerosoles orgánicos secundarios (AOS) y otros contaminantes nocivos. La formación de aerosoles y la degradación de compuestos de efecto invernadero como los hidrofluorocarburos y el metano durante las reacciones de degradación iniciadas por OH alteran el equilibrio radiativo del planeta y contribuyen al cambio climático...